por wuwei (natàlia)
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contenido: monogamia, estructura monógama, consumo relacional
En la monogamia el concepto de la responsabilidad en las relaciones está muy asociada a las relaciones de pareja e íntimamente ligada a la fidelidad monógama (sexual, económica, de proyectos, crianza, etc), donde existe un tipo de pacto implícito de responsabilidad mutua donde existe un supuesto apoyo hacia el otro en cuanto se hace el “sacrificio” de no compartir ciertos aspectos de nuestra vida con otres (aunque las responsabilidades en la relación son diferentes según el género, y también el supuesto sacrificio y fidelidad se reparten de forma desigual). Romper con este tipo de fidelidad comporta abrirse a un abanico muy grande de posibilidades, pero a la vez también comporta dejar un vacío muy grande en como entendemos la responsabilidad en las relaciones, para acabar finalmente borrándola, ya que coloca a estas relaciones en una posición muy parecida a aquella en la que se pone a las relaciones de amistad o que no caen en el vínculo de pareja, familiar tradicional o el del trabajo (un vínculo estructuralmente capitalista). Es por este motivo que el consumismo relacional es tan fácilmente reproducible en las no-monogamias, y es uno de los grandes problemas del pensamiento liberal cuando hablamos de relaciones. Es en este contexto donde se puede generar mucha violencia relacional invisible y donde, por tanto, se ha creado la necesidad de hablar más de temas como la responsabilidad.
Desde hace un tiempo se está compartiendo mucho el concepto de la “responsabilidad afectiva” para intentar romper con este liberalismo/individualismo y recalcar que la responsabilidad no es solamente individual, sino que lo que haces no solamente te afecta a ti misme y que tenemos una responsabilidad hacia las demás personas a través de cómo nos relacionamos y como nos vinculamos. Así se pueden construir otras maneras de relacionarnos que rompan con el individualismo con el que normalmente se abordan algunas no-monogamias. Tenemos una responsabilidad con nuestros afectos. Aunque en algún momento he visto aparecer por las redes alguna versión de este concepto bastante individualista definiéndola como la responsabilidad que tenemos en no afectar con “nuestros problemas emocionales” a les demás, esta versión no es la mayoritaria, por suerte, y es la excusa con la que típicamente las personas más privilegiadas se han desresponsabilizado de sus relaciones.
No obstante, sobre esto ya hay muches que están hablando y creo que no siento la necesidad de añadir mucho para intentar explicar que somos responsables de cómo nos relacionamos y cómo afectamos a las personas. Sobre esto está lleno este blog sin tener que usar este concepto concretamente. Solamente siento una falta, que no es pequeña para mí, y es sobre quien se aplica este concepto, sobre qué tipo de relaciones y sobre cuáles no. Y de aquí la necesidad de escribir este texto. El problema es que no me acabo de sentir del todo cómoda con cómo se utiliza este concepto haciendo énfasis en el “afectiva” como eufemismo para acabar casi siempre hablando, en realidad, de lo romántico y/o sexual (aunque a veces quien utilice el concepto en sí no lo esté asociando solamente a este tipo de relaciones). Muchas veces se enfatiza que este tipo de responsabilidad se tiene que aplicar en las relaciones sin “etiquetas” o sin un compromiso explícitamente de pareja, pero se sobreentiende la mayoría de veces que estamos hablando de relaciones sexuales o que tienen algún componente sexual y/o romántico: o sea, relaciones sexoafectivas no etiquetadas, fluidas o “rollos” sexuales. Casi nunca se habla de amigues, de compañeres, de aquelles con quien compartes proyectos o espacios.
Pocas veces se habla o se entiende que las relaciones tradicionalmente de amistad se incluyen. Socialmente parece como si el resto de tipo de relaciones no necesiten de responsabilidad, o bien se da por supuesto que existe por defecto. Por tanto, nos encontramos que, aun ser un paso adelante para romper con discursos liberales de las relaciones, deja fuera todas aquellas relaciones que ya se dejaban fuera de toda responsabilidad también en la monogamia y se sigue dejando la puerta abierta al consumo en este tipo de relaciones.
Ser responsables de nuestras relaciones implica aceptar y reconocer que nos estamos relacionando múltiplemente y que fuera de la pareja o de las relaciones sexuales también nos estamos diariamente sustentando, ayudando, cuidando, viviéndonos y atravesándonos. Y si no lo sentimos o no lo vemos es porque tenemos suficientes privilegios como para que muchas de nuestras necesidades se nos den por defecto socialmente sin que ni lo tengamos que percibir. Hablar de responsabilidad “afectiva” sin hablar de todo tipo de relaciones donde se comparte cierto tipo de afecto, o bien, digámoslo claramente, obviar la responsabilidad relacional también más allá de lo que consideramos “afecto”, es olvidarnos de que la responsabilidad es social y es muy amplia. Si no, ¿qué quiere decir relacionarnos con nuestro entorno? No somos seres aislados que solamente nos vinculamos a través del afecto o de lo romántico o sexual. Hablar de relaciones es hablar de vínculo con lo que nos rodea, es hablar de inter-dependencia (o intra-dependencia), y es, por tanto, hablar de responsabilidad mutua con todo lo que nos rodea, sea a través del tipo de relación que sea. O a lo mejor lo que tendríamos que hacer es, simplemente, ampliar el propio concepto de afecto.