por wuwei (natàlia)
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aviso de contenido: amatonormatividad, monogamia (pensamiento monógamo), devaluación de las relaciones fuera de la pareja
San Valentín es un día en el que el capitalismo, apropiándose de todo lo que es estructural, celebra, junto con el patriarcado, el amor romántico y todos sus mitos. Es un día donde conceptos como “pareja”, “amor”, “romanticismo” o el propio pensamiento monógamo se dan totalmente por supuestos a través de una exaltación de toda la violencia que pueden comportar si no se los expresa a través de un filtro crítico. Cuestionar su funcionamiento, o poner en duda que tengan que ser conceptos “universales” con valores compartidos por todas, puede llegar a ser considerado un acto de traición. Pero muchas hemos venido a ser traidoras, y yo soy una de éstas. No obstante, mi traición no es solamente por criticar como afectan los mitos del amor romántico a las personas que forman parte de lo que llamamos “parejas”, sino también por cuestiona como afecta esto a todo el resto de afectos y relaciones que quedan siempre más al margen: las amistades, las compañeras, las conocidas, o aquellas con las que compartimos proyectos infravalorados por no tener una base romántica.
Durante los últimos años, gracias a los feminismos y a todo el trabajo de las feministas, se han señalado muchas de las problemáticas de esta exaltación del amor romántico: los mitos del amor romántico generan un ideal de relación totalmente mitificado alrededor de una relación de poder entre el hombre y la mujer (que también se reproduce entre personas de otros géneros o entre personas del mismo género, pero que tiene su origen y se ha construido socialmente para la unión de las construcciones occidentales hombre-mujer). Estos mitos pueden llegar a generar mucha violencia e incluso propiciar y excusar el feminicidio.
Los mitos del amor romántico se pueden resumir en, por ejemplo, creer que hay una pareja por la cual estamos predestinadas y que ha estado la única o mejor elección posible, creer que es imposible que nos gusten diversas personas a la vez, creer que el amor lo puede todo y que cualquier sacrificio es válido, o bien creer que los miembros de la pareja tienen que ser “uno”. Además, estos mitos no han sido construidos en igualdad alrededor de los roles de género binarios hombre-mujer, y tradicionalmente la mujer es la que hace los sacrificios, ama incondicionalmente (y sin poner ningún límite) al hombre, la que cuida, y la que también sacrifica su identidad en beneficio del “uno” (un “uno” que se identifica mucho más con el pensamiento, beneficio y emoción vinculada al hombre que forma parte de la relación). Los mitos del amor romántico juntamente con la diferencia de género facilita la apropiación de las mujeres por parte de los hombres, para hacer con ellas cualquier cosa que les beneficie, llevando en muchos casos al asesinato de ellas en el caso de que puedan revelarse contra la idea de ser su propiedad.
A toda esta crítica, que es muy importante y necesaria, hace falta añadirle además otra de la cual no se habla tanto en una fecha como ésta: la exaltación del amor romántico devalúa otros tipos de relaciones y de afectos. Esta devaluación es otro tipo de violencia relacionada con el menosprecio o el borrado de las propias relaciones (y de todo lo que estas relaciones comportan, sus cuidados, sus compromisos y las ivolencias que se pueden reproducir). Fuera de las relaciones de “pareja” (las románticas para decirlo de alguna manera) las relaciones afectivas como son la amistad, el compañerismo, o relaciones donde se comparten proyectos no vinculados a las relaciones románticas, son relaciones vistas y tratadas como “inferiores”, “poco importantes” y también como “otredades”.
La amatonormatividad fue introducida y definida por Elizabeth Brake en Minimizin Marriage (2012) como la creencia de que el amor romántico tiene un valor especial y que está por encima de otras relaciones afectuosas: supone que una relación amorosa “romántica” es “normal” para las personas humanas, que tenerlas es un objetivo compartido y universal, y que además tiene que ser preferente respecto otros tipos de relaciones. Estas suposiciones devalúan las relaciones de amistad y otras relaciones afectuosas, que las “sacrifica” en favor del amor romántico y relega la amistad y la relación con una misma a la invisibilidad cultural. Aquí podemos ver cómo, paralelamente, el amor romántico y sus mitos reproducen otros tipos de “sacrificios” de forma múltiple.
Esta creencia, convertida en estructura de poder social, coloca a las relaciones que no son de pareja en una posición inferior y las borra: la jerarquía relacional lo que hace es borrar la voz (los deseos y necesidades) de las personas que forman parte de estas relaciones consideradas “inferiores” poniendo por encima la voz de las personas con las que se tiene una relación “romántica”. Esta devaluación de relaciones acaba teniendo consecuencias como el borrado o menosprecio de emociones, de necesidades, de cuidados, de compromisos, de molestias e incomodidades que se estén pudiendo sentir o también de violencias generadas en estas relaciones “menospreciadas”. El vocabulario que utilizamos lo dice muy claro cuando utilizamos expresiones como “solamente es una amistad” (donde este “solamente” denota “falta” o “inferioridad”) o bien expresamos otredad diciendo la “otra” o la “amante”.
El amor romántico no solamente violenta las relaciones de pareja. El amor romántico sacude, remueve y afecta todo tipo de relaciones. A las que no violenta a través de la apropiación y los mitos del amor romántico, las borra, devalúa y menosprecia. Es curioso si más no que después somos nosotras las que somos acusadas de devaluar el amor cuando hacemos esta crítica, mientras a la vez tenemos que escuchar perlas como que “las amistades no hace falta cuidarlas ya que no las puedes perder”.