plurisexualidades y estereotipos IV: no existir, existir o existir entremedio como seres híbridos

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

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Este texto es el cuarto de un conjunto de textos que he escrito alrededor de los estereotipos asignados a las personas bisexuales y plurisexuales como herramientas de empoderamiento y reapropiación. El primero lo podéis encontrar aquí, el segundo aquí, el tercero aquí, el quinto aquí y el sexto y último aquí.

Aviso de contenido: monosexismo, bifobia, panfobia, alosexismo, erradicación, borrado, estereotipos

Según el imaginario social las plurisexualidades no existen. En realidad se dice que la bisexualidad no existe, y a las demás plurisexualidades ni tan siquiera se las nombra, se las borra todavía más. A la vez, este imaginario también nos dice que todas las personas somos en realidad bisexuales (borrando de esta manera la especificidad de la violencia que recibimos) y, para hacerlo aún más redondo, el mismo imaginario añade que las personas bisexuales somos medio heterosexuales y medio homosexuales. En resumen: nadie lo es, todes lo son y somos mitad-mitad otras cosas.  Parte de la reacción del colectivo bisexual ha sido buscar maneras de defenderse de esto gritando fuertemente que existimos y que no somos mitad-mitad nada, que somos 100% bisexuales. ¿Pero qué tipo de identidad, orientación u opción estamos creando con esto? ¿Somos realmente 100% algo que nos representa a todes? El problema de generar este tipo de discurso es que no analiza ni va más allá para intentar entrever cuál es la problemática que ocasionamos que hace que se nos lea como seres híbridos que a la vez no existimos y que formamos parte de todas las personas.

La famosa escala de Kinsey ejemplifica muy bien este entramado tan complicado y a la vez tan simple. Kinsey, intentando visibilizar la pluralidad de la atracción sexual acabó, sin él darse cuenta, reproduciendo la misma idea que acabo de plantear (y por tanto la falta de pluralidad): creó una escala del 0 al 6, donde todes estamos en algún punto, donde 0 representa “exclusiva” heterosexualidad y 6 “exclusiva” homosexualidad. El resto de puntos acaban representando escalas de supuesta mezcla. Aunque Kinsey llama a muchos de los estados intermedios como “bisexualidad”, en realidad su forma de representarlo es como un estado combinatorio de hetero/homo, y de hecho es así como casi siempre se presenta en la actualidad. Todas las personas, después de responder un cuestionario, sacamos un número en la olimpiada monosexista (y alosexista, ya que no considera la posibilidad  de no sentirse atraíde por nadie ni ningún género) en la que se nos sitúa en algún punto de esta escala.

Esta escala acaba reproduciendo todo el imaginario social junto: en esta escala solamente están representadas las monosexualidades (les bisexuales no existimos), acaba demostrando que la mayoría caen entremedio de los dos extremos y que muy poques son exclusivamente monosexuales (todes somos bisexuales), y que estas personas que están “entremedio” pueden, en realidad, representar su sexualidad como combinación de los dos extremos (somos medio heterosexuales y medio homosexuales).

¿Os podríais imaginar una escala que, en vez de ir de “totalmente” heterosexual a “totalmente” homosexual, pasando por todas las escalas de supuesta “bisexualidad” (como es la escala de Kinsey), fuera de “totalmente” asexual (sin atracción hacia ningún género) a “totalmente” omnisexual (atracción hacia todos los géneros), pasando por la “supuesta” monosexualidad (solamente atracción hacia un género), y todo el abanico de plurisexualidades hasta llegar a la omnisexualidad? ¿O bien pasar de la atracción donde es muy importante el género (la monosexualidad) a donde es totalmente indiferente (pansexualidad o asexualidad)? ¿O de totalmente asexual a totalmente hipersexual? Estos ejercicios se han planteado anteriormente (no he encontrado las referencias, pero existen estudios que lo plantean) y nos ayuda a entender que vemos las orientaciones sexuales de forma totalmente construida. ¿Por qué vemos la bisexualidad como un paso entre medio de las dos monosexualidades y no vemos, por ejemplo, ser monosexual como una cosa que está de camino entre la asexualidad y la bisexualidad, pansexualidad u omnisexualidad? En realidad, si vemos las plurisexualidades como mitad y mitad las dos monosexualidades reconocidas (heterosexualidad y homosexualidad) es porque culturalmente lo único que reconocemos como estados posibles son estas dos monosexualidades.

Nuestra cultura y nuestras estructuras leen e interpretan a las personas plurisexuales como seres híbridos. Ser híbrides es parte de nuestra forma de estar y existir en un sistema monosexista que siempre nos lee a través de esta mirada monosexual. Formamos parte de dos mundos y a la vez de ninguno. Por esto existimos y no existimos. Somos todas pero no somos ninguna. Somos mitad y mitad. Somos frontera entre dos mundos que no tendrían que poder tocarse. Contaminamos la frontera. Una frontera construida para mantener el privilegio y el poder heterosexual. Y por este motivo molestamos.

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deconstruyendo los discursos hegemónicos y científicos de la orientación sexual: desorientación, fluidez, inestabilidad y confusión como actos revolucionarios (V – concepto moderno de la orientación sexual)

por wuwei (natàlia)

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Quinta parte. El mes de Abril de 2016 se celebraron las I Jornadas Desorientadas en Madrid. En esas jornadas di una charla sobre monosexismo, su discurso y de como se ha construído este discurso. El audio de la charla lo tenéis aquí (aviso de contenido del audio: lenguaje cisexista e intersexfóbico debido a estar explicando el discurso médico entorno a las orientaciones). Esta es la quinta parte. La primera la podéis leer aquí, la segunda aquí, la tercera aquí, la cuarta aquí y la sexta aquí.

Aviso de contenido: lenguaje heterosexista, monosexista, cisexista e intersexantagónico por estar explicando el discurso médico alrededor de las orientaciones.

Psicoanálisis

Freud (Sigmund Freud, neurólogo que fundó el psicoanálisis) cogió el concepto de la indiferenciación sexual (llamado bisexual, como hemos visto) como pasado primitivo y lo copió también en la elección del objeto sexual (o sea, lo que más adelante se llamaría orientación o atracción).

Según Freud todas las personas nacemos sin una distinción entre objetos sexuales y cuando crecemos acabamos escogiendo uno de los dos. Una de las dos opciones es la aceptada socialmente (la heterosexualidad) y la otra es la no aceptada (homosexualidad). Para Freud, la naturaleza humana es bisexual, pero no obstante es imposible practicarla para una persona humana moderna ya que el progreso humano desde lo natural a lo cultural hace que se tenga que escoger una monosexualidad. Recordemos que ‘lo cultural’ y ‘progreso humano’ siempre es referido a la cultura occidental, que se verá siempre como más evolucionada que el resto.

Y solo voy a citar una frase de Freud en la que hace referencia a la no posibilidad de tener más de un objeto sexual, cuando explica en como ‘convertir’ a una persona homosexual en heterosexual dice de pasada: “Uno tiene que acordarse de que la sexualidad normal también depende de una restricción en el objeto de elección.”

Volvemos otra vez a lo que comentaba sobre la indiferenciación en cuanto al sexo, con la bisexualidad, en cuanto a orientación, se coloca y se relaciona, con los niños, con la inmadurez, con lo primitivo, con las razas ‘inferiores’, incluso con las personas con enfermedades mentales, etc.

Sí es cierto que la homosexualidad tampoco quedaba muy bien parada, también se la veía en una posición menos evolucionada, pero la homosexualidad se la trató más como un caso de degeneración (algo que se contemplaba en la cultura moderna, como un error en la evolución) mientras que la bisexualidad ni tan solo llegaba a considerársela degenerativa, sino ya más bien anterior a la elección y por tanto inexistente.

Pero no nos pensamos que, por ejemplo, en el psicoanálisis esas ideas han quedado en un pasado solamente en Freud. Todas esas ideas aún resuenan, y han sido las que han marcado fuertemente todo el imaginario existente alrededor de la no monosexualidad o de las personas plurisexuales.

En un artículo donde se explicaba cómo se veía a la plurisexualidad en el psicoanálisis se ponían algunos ejemplos que ponían los pelos de punta. Por ejemplo cita a Joyce McDougal, en el año 2000, habla de la progresión infantil bisexual hacia aceptar la inescapable monosexualidad, además describiéndolo como un proceso inevitable y doloroso. Otro, Stephen Mitchell en el año 1996 habla de un paciente que dice tener atracción no solamente hacia hombres y comenta que es un acto de auto-destrucción.

Escalas y concepto moderno de la orientación sexual

A partir de aquí ya todo el marco conceptual alrededor de la no monosexualidad está creado. El único binario ‘real’ es el monosexual heterosexual/homosexual. De hecho las cosas y estudios que se han hecho después siempre remarcan este binario.

Por ejemplo, están los famosos estudios de Kinsey con su famosa escala de Kinsey como conclusión. En ese estudio, donde el mismo Kinsey intentó mostrar más diversidad, según sus propias palabras, que la heterosexual u homosexual, no deja, lamentablemente de caer en ese binario. Ese estudio está basado en las prácticas sexuales (solamente sexuales) de las personas a las que se entrevistaba, sin tener en cuenta cuál era su orientación en sí misma, y, por tanto, las prácticas siempre son de uno a uno, y son leídas como heterosexuales u homosexuales, ya que solo tienen en cuenta el ‘sexo’ de las personas implicadas.

Haciendo un estudio partiendo de esta idea, al final, por mucho que se quiera mostrar que muchas personas no caen en lo que llama una heterosexualidad pura o una homosexualidad pura, no deja de caer y recaer en la idea con la que se nos imagina a las personas plurisexuales: solo existimos como combinación de las dos monosexualidades reconocidas. La lectura que se hace de la consecuente escala de Kinsey es precisamente que existen los dos polos opuestos que son la heterosexualidad y la homosexualidad, y todo lo demás es una mezcla en un punto intermedio.

La escala de Klein es una pequeña evolución de la misma escala de Kinsey.

Además, hay que recalcar que en los estudios científicos solo se hace hincapié en que la atracción debe ser de una forma muy concreta (a través de una respuesta específica, sexual y genital) olvidando y borrando la variedad con la que las personas sentimos atracción o generamos relaciones o vínculos. Por ejemplo, siempre se hace hincapié en la respuesta genital de los hombres cis para entender cuál es su orientación, como si toda su orientación tuviera que pasar por ese filtro que define precisamente la masculinidad hegemónica: eres un pene que solo funciona por erección (con toda la carga tránsfoba, borrando que no todas las personas con pene son hombres, ni todos los hombres tienen pene). De esta manera se borran también otras formas de sentir la atracción sexual (que no tendrían que pasar por una respuesta genital directa), como también otras formas de atracción que no son sexuales, sino afectivas o románticas, que no tienen por qué ir unidas a la sexual.

Otros estudios

Sí que es verdad que algunas personas han intentado hacer estudios diferentes para dar una imagen distinta a la plurisexualidad. Por ejemplo, he leído estudios donde se quiere demostrar que la bisexualidad es más evolucionada y avanzada. Pero, primero de todo, este no es el imaginario social alrededor de las personas plurisexuales, el imaginario de las personas plurisexuales es otro, que es el que he mostrado anteriormente. Además, por otro lado, intentar usar una teoría como el de la evolución, es caer en la trampa de usar teorías que se han usado para perpetuar racismo, capacitismo, clasismo y un montón de cosas más.

Y, bueno, aunque se han hecho estudios alternativos sobre la bisexualidad, no voy a entrar a explicarlo porque lo que quería visibilizar con todo esto son precisamente las teorías con una visión hegemónica y que sustentan la forma en la que se nos ve socialmente a las personas plurisexuales.

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