memorias de una C (VI – romper con la monogamia)

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

Ésta es la sexta y última parte de la charla ‘Memorias de una C‘. La primera parte la podéis leer aquí, la segunda aquí, la tercera aquí la cuarta aquí y la quinta aquí.

Aviso de contenido: pensamiento monógamo, relaciones jerárquicas, jerarquías, exclusión, objetificación.

 

Muchas veces en nuestros propios discursos críticos (sobre el pensamiento monógamo y feministas) nos olvidamos de incluir a este tipo de relaciones, ya que, aunque intentemos romper con muchas de las partes del pensamiento monógamo, hay algunas cosas que aún restan invisibles. Hemos basado la mayor parte de nuestra lucha en combatir la violencia en la pareja (muy necesaria lucha, evidentemente) y en la liberación sexual, pero nos hemos olvidado del que recibía precisamente una violencia de borrado, reproduciendo el mismo borrado.

Un ejemplo de esto se ve en el discurso que hacemos sobre los cuidados. Los cuidados son muy importantes en las relaciones: son la forma de tratarnos que no pase por la dominación ni la objetificación. Se ha generado discurso al respecto, aunque muchas veces sin que nos demos cuenta cuando hablamos de cuidados acabamos hablando de relaciones de pareja, relaciones sexuales o relaciones románticas, solamente (o poco más). Pocas veces escucho discursos que hablen de otras relaciones. De hecho muchas personas nos vemos con la necesidad en muchas ocasiones de pedir que una relación sea reconocida como pareja para sentir que podemos pedir o exigir ciertos cuidados. Los cuidados parten a través del reconocimiento, y sin reconocimiento no puede haber cuidados.

Otra cosa que veo que se repite mucho es la de creer que una vez hemos luchado contra la violencia que se genera en la pareja, ya hemos luchado contra toda la violencia que genera la monogamia. Hace poco leí en twitter una cosa que ya he leído millones de veces anteriormente: que ‘se puede tener una relación monógama que no sea tóxica’. Esta afirmación sólo centra la posibilidad de toxicidad o maltrato de una relación en si es de pareja, o en si es sexual, olvidándose de cómo afecta a otros tipos de relaciones. Este discurso borra la posibilidad de que relaciones que no son de pareja o sexuales o románticas no pueden ser ‘relaciones tóxicas’ porque de entrada ‘no son relaciones’. Y esto lleva implícito violencia, ya que cualquier maltrato que pueda haber fuera de lo que son consideradas relaciones, se borra y se invisibiliza, un acto violento de por sí. Por tanto, el reconocimiento no es solamente importante para recibir cuidados, sino también para poder señalar violencias.

Y, finalmente, también he visto una fuerte crítica hacia las jerarquías en las parejas y la violencia que comportan, una crítica que ha aportado mucho a los discursos dentro de las no-monogamias, muy necesaria y que a muches nos ha ayudado a respirar un poco más. Un ejemplo es el libro de ‘More thanTwo’ donde explican qué son y qué no son las jerarquías y cuáles son las consecuencias de éstas (que en parte son las que he estado explicando hoy). No obstante, otra vez, este discurso se olvida de las relaciones que no son consideradas de pareja ni en cómo se aplican estas jerarquías en estas relaciones.

 

Romper con la monogamia

Como he comentado antes, muches sentimos la necesidad de pedir ser considerades pareja para sentirnos valorades, reconocides y cuidades; especialmente personas que se encuentran en situaciones más vulnerables y que sin compromisos en las relaciones les es más difícil poder cubrir sus necesidades. Y quien dice pareja, dice desear de alguna vez algún tipo de jerarquía, para poder encontrar una cierta tranquilidad relacional en nuestra vida. Esto es debido a que fuera del ámbito de la pareja, el consumismo relacional nos pone a muches en situaciones muy vulnerables. La pareja parece, en una sociedad capitalista y agresiva que nos vulnerabiliza a muches, el único sitio donde encontrar cierto resguardo. Pero, evidentemente tampoco estoy comentando esto para ahora hacer una oda a la pareja, sino más bien utilizarlo como visibilizador del verdadero problema: tratamos al resto de relaciones tan mal, que la única forma que a veces encontramos de ‘salvarnos’ es resguardarnos en la pareja. Si no se hace este ejercicio quedaríamos (especialmente las más vulnerables) totalmente expuestas.

Romper con la monogamia no tendría ‘solamente’ de implicar romper con el pensamiento que no nos permite tener más ‘parejas’ o poder tener más sexo con otres; tampoco tendría ‘solamente’ de implicar aprender a hacer esto sin maltratarnos entre parejas o amantes sexuales. Para mí, romper con la monogamia, es ir a su raíz: es romper con esta constante jerarquía, la objetificación que borra relaciones, sus cuidados, compromisos, así como sus violencias y maltratos.  De hecho para mí, la liberación sexual y afectiva es más secundaria. Para mí, romper con la monogamia, para mí, es aprender a ser más conscientes de les ‘otres’: de todas  las personas con las que nos relacionamos, y también con aquellas que se relacionan con nuestras relaciones. Todes tenemos que ser merecedores de ser reconocides, así como también de afecto, de cuidados y de poder ‘ser’.

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memorias de una C (V – violencia monógama)

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

Ésta es la quinta parte de la charla ‘Memorias de una C‘. La primera parte la podéis leer aquí, la segunda aquí, la tercera aquí, la cuarta aquí y la sexta aquí.

Aviso de contenido: pensamiento monógamo, relaciones jerárquicas, jerarquías, exclusión, objetificación, violencia monógama, técnicas de dominación.

 

Violencia monógama

Este proceso de objetificación hacia cierto tipo de relaciones propicia también que se generen y que se consoliden (juntamente con las otras opresiones que padecen estas personas) mecanismos que son característicos de las estructuras de poder. Antes de seguir e introducir estos mecanismos me gustaría volver a recordar y hacer hincapié con lo que he comentado anteriormente: las personas con muchos privilegios se pueden beneficiar de las relaciones con pocas implicaciones y por tanto no viven este tipo de violencia de la misma manera, e incluso se podría beneficiar de ella; todo este discurso está pensado especialmente para aquellas personas vulnerabilizadas por otras estructuras de poder, que son las que más fácilmente son excluidas por la monogamia.

A través del imperialismo cultural, las normas sociales que rodean la monogamia como sistema relacional colocan a las C en una posición inferior respecto otro tipo de relaciones. Y cuando digo ‘inferior’ no me refiero a ‘menos importantes’, sino a estatus que te quita voz, a jerarquía. Como he comentado anteriormente, cuando se dice ‘relación’ se piensa siempre en ‘pareja’, cuando se dicen ‘sentimientos’ se piensa siempre en ‘románticos’, o cuando se habla de celos o de problemas relacionales o de maltrato, también se piensa inmediatamente en ‘pareja’. Este imaginario coloca al resto de relaciones en un estatus inferior, invisible, sin reconocimiento de sus emociones, o ni tan siquiera reconocimiento de los problemas que surgen o de la violencia que se pueda generar.

Esto propicia que se pueda crear una situación de marginación (apartades del privilegio que concede otros tipos de relaciones) y desempoderamiento en la propia relación debido a no poder formar parte en las tomas de decisiones de las cosas que les afectan de su propia relación y no poder participar en la creación de las normas y decisiones de su relación. Además, también propicia la explotación relacional, cuando, por ejemplo, las C acompañan emocionalmente a A y B (para beneficiar su relación), pero este acompañamiento no se recibe debido a que las emociones de A y B son reconocidas, mientras que las de C no. O bien, en el contexto competitivo que he explicado anteriormente, el hecho de estar en constante lucha competitiva para poder conseguir un lugar reconocido en las relaciones lleva a muches a un desgaste energético, que acaba llevando a un ‘intercambio’ nada justo o sensible.

Y, finalmente, podríamos llamar a este tipo de mecanismos como un tipo de violencia monógama. Así como se ha especificado y como se ha hablado de la violencia que se genera en las pareja, y bien podríamos llamar este tipo de violencia como violencia monógama (donde hay la apropiación, demanda de exclusividad, mitos del amor romántico, jerarquías entre componentes de la pareja, roles sociales de dominación y maltrato, etc), cuando estamos analizando la monogamia nos olvidamos (como no) de la violencia que la propia monogamia ejerce hacia otres fuera de la pareja (esto ya es un hecho violento de por sí); y es que este tipo de violencia se basa mucho en la invisibilización y el borrado. Un ejemplo de este tipo de violencia podría ser que no se reconozca la relación, que se estereotipe la propia relación con expresiones como le ‘otre’, o le ‘amante’’ (conceptos que marcan una ‘otredad’), o se nos recuerdo que ‘sólo’ somos amistades (colocándonos en una posición donde no podamos pedir nada si lo necesitamos). Violencia es que no se te escuche cuando estás intentando expresar algún tipo de incomodidad sobre la relación y que se prioricen siempre los problemas de otra persona, sean los que sean, sin tener sensibilidad contextual y del momento. Violencia es que se te tenga en cuenta para hablarte sobre los problemas de pareja de le otre, pero que tus problemas no sean válidos por no ser pareja. Violencia es el consumo relacional. Violencia es que intenten demostrar que no eres nadie para que no se enfade la pareja de la persona con quien tienes una relación.

 

Una vez vi una serie de televisión de Estados Unidos donde un hombre había abandonado a su mujer y su hija durante bastantes años debido a estar trabajando como policía infiltrado en un caso. Después de todos los años ‘desaparecido’ vuelve a aparecer en la vida de su mujer e hija. Él intenta recuperar la relación con su mujer, pero la mujer está muy molesta por todo lo que ha pasado (obviamente). En un momento dado de la serie, ella descubre que él había estado con otra mujer durante esos años, y ese acaba convirtiéndose también en uno de los argumentos para no poder retomar su relación: ‘si has estado con otra es que no me quieres suficiente’. Durante todo un capítulo entero el hombre intenta convencer a su mujer que aquella ‘otra’ mujer no es ‘nadie’. Demostrar que alguien no es ‘nadie’, haya representado lo que haya representado en tu vida, es un acto muy violento.

 

Técnicas de dominación y monogamia

 Una vez estaba teniendo una conversación emocionalmente complicada e intensa con una persona con quien llevaba bastante tiempo manteniendo una relación cercana. En un momento dado conseguí comunicarle una cosa que me costó mucho y que era importante: hacía tiempo que me estaba sintiendo dejada, apartada y poco cuidada (especialmente respecto otra relación más reconocida y que parecía más de pareja o principal). Él se dio cuenta rápidamente de que eso era cierto y me dijo que tenía razón. No obstante, después de afirmarlo se ‘defendió’ diciendo que eso le estaba pasando debido a mi (‘mala’) reacción que tuve yo un año antes cuando él me dijo que volvería a ver a su exnovia. Me hizo sentir muy mal y culpable. Tardé horas en darme cuenta de que mi reacción un año antes (una reacción que se basaba en, simplemente, dejar de hablar unos días porque había colapsado emocionalmente) había sido debido al hecho de que me entrara pánico ya que anteriormente siempre me había tratado muy mal cuando tenía relación con su exnovia. Esa táctica que utilizó en ese momento él es una técnica de dominación llamada ‘hacer sentir culpable’.

Hacer sentir culpable a otra persona es una técnica de dominación. Las técnicas de dominación fueron introducidas por Berit As (feminista escandinava) y son mecanismos que se utilizan para ejercer poder sobre otra persona, donde normalmente se aprovechan normas sociales que facilitan la dominación sobre ciertos colectivos oprimidos.

Se invisibilizan a las C a través de técnicas como no reconocer la relación, negar su propia existencia, borrar la relación, etc. Nuestras demandas de compromisos o de cuidados se ridiculizan llamándolas excesivamente demandantes y como es esto nos hiciera más dependientes, en comparación de lo que puede pedir una persona que es pareja principal. Cuando pedimos se nos hace sentir culpables por estar intentando ocupar demasiado espacio en la vida de le otre, especialmente espacio que tendría que ocupar la pareja principal. A las C se las acostumbra a esconder la información mientras se toman decisiones de cosas que les afectan.

 

 

 

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memorias de una C (II – la monogamia como estructura de poder)

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

Ésta es la segunda parte de la charla ‘Memorias de una C‘. La primera parte la podéis leer aquí, la tercera aquí, la cuarta aquí, la quinta aquí y la sexta aquí.

Aviso de contenido: pensamiento monógamo, relaciones jerárquicas, jerarquías, exclusión, objetificación.

 

Sistema relacional/monógamo

 Nos relacionamos con las personas a través de una estructura, de un pensamiento, de unas ideas y unas normas que nos dicen cómo nos tenemos que relacionar. Estas normas sociales privilegias una forma concreta de relacionarse y generan cierto tipo de jerarquías y violencias, entre muchas otras cosas. A este sistema relacional lo podríamos llamar monogamia, sistema monógamo, estructura monógama, cultura de la monogamia o pensamiento monógamo; y lo llamamos así ya que aunque es un sistema que afecta a más personas más allá de la pareja monógama, está muy relacionado con la pareja (especialmente monógama), ya que es lo que normalmente privilegia.

La monogamia normalmente la definimos y la entendemos como una cuestión de número de parejas o de demanda de exclusividad romántica y sexual: si eres monógame sólo estarás abierte a la posibilidad de tener una pareja y pedirás exclusividad romántica y sexual a ésta, y si no eres monógame supuestamente estás abierte a la posibilidad de tener más de una relación romántica y/o sexual y/o a no pedir estas exclusividades. Pero la monogamia va más allá del recuento del número de relaciones de pareja, ya que además es un sistema, una estructura de poder, un pensamiento, que nos dice cómo nos tenemos que relacional con las personas según cada uno de los estatus diferentes relacionales (pareja, amistad, familiar, etc) y que coloca cada una de estas según unas jerarquías concretas, sumándose o mezclándose, además, con las demás jerarquías que ya existen de otras estructuras (machismo, heterosexismo, racismo, clasismo, capacitismo…). Y no solamente se suma de éstas, sino que también está relacionada con ellas y se alimenta de ellas, como ellas se alimentan de la monogamia (como pasa siempre con las estructuras de poder).

Y, evidentemente, no ser monógame (o sea, tener más de una pareja, o más de une compañere romántique y sexual, o no pedir exclusividad a tu pareja) no implica necesariamente romper con este sistema relacional. Se puede ser no monógame y seguir reproduciéndolo y perpetuándolo, a través de las no-monogamias de pensamiento monógamo.

Se ha hablado ya un poco de cómo funciona este pensamiento, pero la mayoría de las veces ha sido para hablar sobre cómo afecta a las relaciones de pareja: que hay unas normas que nos imponen como tienen que ser nuestras relaciones de pareja,  cuantas tenemos que tener, que funciona a través de la apropiación y la exclusividad (especialmente atravesado por el género, y por tanto, la apropiación se produce normalmente del hombre hacia la mujer) y de la violencia que genera este tipo de relación, especialmente mezclado con los mitos del amor romántico. Pero en todo este discurso muchas veces nos olvidamos de cómo afecta todo esto a las demás relaciones.

La demanda de exclusividad en la pareja es solamente una demanda de exclusividad sexual, sino también muchas otras cosas, que a menudo están implícitas (o sea, que muchas veces no hace falta que funcione a través de una demanda o una exigencia explícita por parte de la pareja, sino que hay unas normas que por defecto hacen que se otorguen). Estas exclusividades se alargan a muchas otras cosas, como son el tiempo que se pasa juntas, el tipo de actividades a las que están limitadas otras relaciones (como la crianza o las vacaciones), o incluso, y muy importante, el reconocimiento de la relación. Todas estas demandas dentro de la pareja van más allá de la pareja, ya que afectan a las relaciones que las rodean.

Aún la violencia que puede haber en una relación de pareja, existe un privilegio social hacia este tipo de relación (por este motivo la pareja tiene el privilegio de demandar estas exclusividades, especialmente la del reconocimiento). El resto de relaciones (las que no son ‘familiares’, ya que la familia a lo mejor podría encontrarse en otro rango), debido a no formar parte de este tipo de ‘privilegio’ (otorgado especialmente para la exclusividad de reconocimiento), quedan más al margen y se crea, a parte de las jerarquías entre personas que puedan haber de género, racialización, o capacidades, entre otras, una jerarquía entre relaciones.

Las relaciones jerárquicas implican un seguido de normas que se imponen desde la relación de pareja (o la que se considera principal en la jerarquía) y que limitan el resto de relaciones que pueden tener con otres. Estas normas se imponen evitando que las personas que no componen la relación de pareja (o más ‘principal’) puedan presentar alternativas o formar parte de procesos de decisión en cosas que las afectan (ya que son normas y limitaciones que afectan directamente a su relación y persona). Normalmente las normas o limitaciones les vienen de fuera y solo pueden aceptarlas o rechazarlas, sin poder plantear alternativas. Todos éstos son actos de objetificación hacia estas personas que no forman parte de la relación de pareja. Las relaciones fuera de la relación de pareja vienen definidas por estas relaciones de pareja y externas a la relación que se está jerarquizando. Las relaciones jerárquicas quitan voz a las personas que no forman parte de la relación ‘principal’ y dan más voz para definir las relaciones fuera de la pareja a personas de las relaciones de pareja que no forman parte de estas relaciones (por este motivo se llaman jerárquicas).

Hace falta enfatizar que normalmente cuando se critica la jerarquía relacional se señala el poliamor jerárquico, pero se suele olvidar la monogamia como sistema que jerarquiza entre relaciones. Es más, el poliamor jerárquico ha copiado de la monogamia: es una ideología del pensamiento monógamo.

Este pensamiento se puede reproducir también aunque no llamemos esa relación como ‘pareja’, por ejemplo, si llamamos nuestras relaciones como ‘sexoafectiva’, ‘compañere’, o no etiquetándola; también se puede jerarquizar unas relaciones respecto otras cuando son más románticas o se comparte sexo, ya que estos factores pueden subir la escalera de la jerarquía; o bien se puede reproducir cuando la configuración es parecida a la de una pareja con más de dos personas, o en las no-monogamias donde existe una relación de pareja ‘principal’ o desde las ‘parejas’ hacia el resto de relaciones. No obstante, también se pueden construir relaciones jerárquicas respecto otras por otros motivos que no sean los románticos y/o sexuales.

Se tiene que diferencias la jerarquía de la importancia, la prioridad o el hecho de compartir cosas diferentes con diferentes personas. Que una relación sea menos importante, sea menos prioritaria en un momento dado, o se compartan más o menos cosas, no implica que se le tenga que objetificar ni quitarle la voz en cosas que le afectan. Quien tiene que poder limitar y poner normas en una relación son las personas que la componen, siendo sensibles a otras relaciones, pero no terceras personas que no forman parte de ella.

Este pensamiento también borra relaciones, emociones o violencias. Hace que cuando digamos ‘relación’ siempre se piense en ‘relación de pareja’, que cuando digamos ‘sentimientos’ por defecto se piense en los ‘románticos’, o también que cuando hablemos de violencias como las ‘de género’ o el ‘maltrato’ se piense normalmente solamente en violencia en las parejas, escondiendo todas las de fuera de la pareja. También se suelen comprender mucho más todas las emociones que provengan de la pareja que la de otra relación, como por ejemplo los celos (a las personas de fuera de la relación de pareja muchas veces se les niega la importancia de lo que sienten por el simple hecho de no reconocerlas, haciendo de esta manera, que no se acompañe emocionalmente emocionalmente o se les niegue poderlas expresar).

Me gustaría aclarar una cosa sobre el tema de los celos. No quiero para nada estigmatizar los celos. Los celos, de hecho, es un conjunto muy complejo de emociones, que no siempre tiene que tener el mismo origen o motivación. El problema, lo que objetifica (y jerarquiza), no son los  celos, es cómo se decide gestionar una situación así, objetificando o quitándoles voz a otra persona. Además, no todos los celos provienen de una situación donde se está tratando de una forma injusta o se te está borrando o negando, cómo podría pasar en los casos de las relaciones jerarquizadas: irónicamente yo he vivido emociones que se podían leer como celos por el hecho de estar apartada, borrada o invisibilizada, cuando todo esto estaba pasando para poder ‘empatizar’ con los celos de una pareja, mientras a mí no se me compañaba.

Una vez en un taller que estaba dinamizando sobre relaciones, una persona me dijo: “La amistad no hace falta cuidarla ni dedicarle mucho tiempo porque ‘siempre está allí’, pero a las parejas o posibles parejas (aquellas de las que te enamoras) se les tiene que dedicar mucho tiempo y cuidar porque se pueden perder.”

 

Diario de una C (Historia 1)

 Constantemente sentía que mi relación con B iba cambiando y no entendía el porqué. Lo que más me jodía es que yo no podía decidir nunca cómo era la relación. Y cada vez que me acostumbraba y me adaptaba (tal y como había intuido que tenía que ser), pam, cambiaba la situación y yo lo tenía que volver a interpretar y me tenía que adaptar. Hace un año lo que tuve que percibir fue que la relación cambiaba hacia más distanciamiento, más límites emocionales y físicos, más límites de lo que se podía compartir o de lo que podía pedir. Me sentía muy desempoderada en esta relación.

De golpe, después de mucho tiempo, hoy B se ha presentado en mi casa y me ha pedido que le ayude a solucionar problemas con su relación con A. Tal y como iba relatando todo yo me sentía muy incómoda, me siento muy descuidada y me está pidiendo ayuda y consejo para entender cómo cuidar de su relación con A. No es que me moleste que me pida ayuda, es que siento un desequilibrio muy grande que no sé cómo describir.

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memorias de una C (I – introducción y contexto)

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

Ésta es la primera parte de la charla ‘Memorias de una C‘. La segunda parte la podéis leer aquí, la tercera aquí, la cuarta aquí, la quinta aquí y la sexta aquí.

 

‘Memorias de una C’ es una charla que preparé inspirada a través de una larga época emocionalmente muy mala debido a las vivencias y los traumas que me produjeron ciertas relaciones jerárquicas. En aquella época, de forma muy inconsciente, empecé a usar la metáfora de las C en las redes sin saber que sería una metáfora que me ayudaría a mostrar la problemática de las jerarquías relacionales. Me apeteció hacer una serie de vídeos cortos bajo el título de ‘Diario de una C’, donde quería mostrar estas problemáticas de las jerarquías a través de escenas de humor; en la serie la protagonista era una tal ‘C’ que se veía envuelta en relaciones con A y B que la llevaban a situaciones absurdas, irónicas, y muchas de ellas dolorosas.

Finalmente no pude hacer la serie por falta de tiempo, pero la idea y las ganas quedaron. Cuando decidí hacer la charla para explicar todo este tema quise rescatar aquella idea del diario y nació ‘Memorias de una C’, una charla donde mezclo teoría con experiencias relatadas a través de un diario donde se habla siempre desde la posición de C. Decidí que todas las experiencias que relataría serían mías, así que en todos los relatos del diario la C soy yo y son experiencias mías; A y B en cada historia son personas diferentes. Espero que se recojan mis experiencias con el cuidado que necesitan, ya que estoy mostrando situaciones de mi vida que me vulnerabilizaron, y lo hago porque creo que es una buena forma de mostrar las violencias que vivimos día a día (ya sabemos que lo personal es político).

 

1ª parte de ‘Memorias de una C’

 Introducción y contexto

 A y B tienen una relación. B conoce a C. A y B empiezan a hacer gestiones y a tomar decisiones sobre su relación. Pero estas decisiones no sólo son sobre su relación, sino de rebote también sobre la relación entre B y C, y esta relación también se va afectada. Es igual cuál sea el motivo: puede ser que sea por cuestiones de cómo se decide gestionar posibles celos hacia C (que es a lo mejor el ejemplo más habitual y que se muestra más), o puede ser simplemente por algún otro motivo. C no es informada en ningún momento. C desaparece del mapa discursivo. En grupos de debate todes opinan: sobre A, sobre B, pero nadie se pregunta qué siente, qué quiere, o qué necesita C. Finalmente hay una sentencia final y es posible (sólo posible, no siempre pasa) que se informe a C del veredicto de todo lo que le afecta, y a lo mejor incluso podrá decir ‘sí o no’ (sin muchos más matices). Pero muchas veces se lo tiene que imaginar. Y tragar.

De historias como éstas hay muchas. La que acabo de plantear es bastante típica en las relaciones jerárquicas (monógamas o no monógamas), y es una situación que puede o suele venir de un conflicto debido a la propia existencia de C (como por ejemplo para gestionar celos u otros ‘conflictos’ debido a la aparición de esta ‘otra’ relación); pero a veces también se quita del discurso a C en situaciones donde ni tan siquiera se paran a pensar en su existencia, donde básicamente la borran. Por ejemplo, A y B deciden hacer planes de viaje para todo el verano. Pero antes de esto, B ya había medio hablado con C de hacer alguna cosa durante las vacaciones, y esto se obvia la toma de decisiones entre A y B, que hacen planes sin tener en cuenta lo que ya se había hablado con C, y a lo mejor sólo al final se le informa un poco de las decisiones. ¿Por qué suele pasar esto? Puede haber muchos motivos, pero el más habitual suele ser que A y B sean pareja, pero B y C no (o no son pareja ‘principal’, mientras que A y B sí), y hay una norma social implícita que dice que las parejas (o las más ‘principales’) tienen siempre preferencia y que obviar cosas que afectan a quien no son pareja no es nada negativo.

Yo empecé a preocuparme por las C (y quien dice las C dice también todo el resto de letras del abecedario que van detrás) cuando después de un tiempo en grupos de ‘discusión’ y debate sobre relaciones (especialmente sobre no-monogamias) se ponían los típicos ejemplos A, B y C (utilizando las letras para mantener el anonimato), y por un extraño motivo me di cuenta de que la C aparecía en el primer párrafo, como ‘problema’, como ‘objeto’, pero no como ‘sujeto’, y después desaparecía totalmente. O sea, se empezaban a opinar sobre cosas que afectaban a C pero nadie se preguntaba cómo se sentía C o qué quería C. también se podía observar que en casi todos los comentarios de las demás personas la C no estaba, y cuando estaba, casi siempre era a través de decisiones sobre C, que afectaban a C, siempre hablando de ella, pero ella no participaba del proceso, ella nunca decidía, simplemente esperaba ‘tranquilamente’ su veredicto (la mayoría de veces sin saber que se estaba juzgando un posible veredicto que le podía afectar). O sea, A y B hablaban de C, pero nunca hablaban con C.

Paralelamente a estar dándome cuenta de todo esto, yo estaba en una situación relacional donde constantemente sentía que todo me venía definido desde fuera y nunca podía escoger nada, ni opinar, ni tener voz, ni decidir, ni entender, ni consentir… Como también constantemente se borraban o menospreciaban sus emociones, necesidades o deseos. Era extremadamente doloroso, pero me costaba entender el porqué de mi dolor, ya que era una situación muy normalizada en todos los sitios (o sea, no sólo normalizada para mí, sino que las normas sociales así me lo hacían sentir). Por tanto, sentir dolor en una situación como aquella podía verse incluso como un acto de egoísmo en vez de una reacción por una situación de exclusión o injusticia. Me sentía culpable para sentirme mal, y con poco derecho a pedir nada.

Finalmente uní las dos cosas: lo que estaba viendo sobre las C y mi situación relacional. Además, se juntó en un momento en el que estaba leyendo mucho sobre relaciones jerárquicas poliamorosas y las consecuencias de éstas jerarquías y sin poderlo evitar mucho ni entender el porqué me ponía a llorar. Poco a poco extendí toda aquella información sobre jerarquías en el poliamor a otros tipos de relaciones (también en la monogamia o en el poliamor no jerárquico o cualquier sistema relacional), y finalmente un día me empezaron a salir palabras, como objetificación, violencia, o desempoderamiento. Una vez encontradas las palabras y poderlo señalar, pude empezar a romper un poco más con el sentimiento de culpa y empoderamiento delante de las situaciones que estaba viviendo en mi vida.

Desde entonces llevo desahogándome sobre este tema por las redes sociales, en mi vida personal y en algunos talleres. La primera vez que utilicé la metáfora de las C lo hice para desahogarme en un momento bajo. No sabía que otras personas lo acabarían utilizando también, y la verdad es que me encontré que a muches les resonaba mucho la historia y empezaron a utilizar esta metáfora. También a la vez que ha llevado a algunas confusiones y a definir o interpretar lo que son las ‘C’ de una manera que no es la que yo pretendía. Llevaba tiempo queriéndolo explicar un poco ‘mejor’, y este es el motivo de la charla.

Tampoco quiero ir solamente de víctima en todo esto, claro, ya que aunque yo me di cuenta de todo esto debido a que me atravesaba como C, no quita que yo no haya podido aplicar este tipo  de violencia hacia otras personas. Tenemos que entender que a todes nos han educado para tratarnos mal entre nosotres: objetificarnos, dominarnos, consumirnos o apropiarnos les nues de les otres, y por tanto es una cosa en la que casi todes hemos caído. Ahora bien, intentaré hablar desde la posición de C, porque es como siento que tengo que mostrar todo esto, sin que esto quiera decir que yo no haya podido hacerlo a otres.

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más allá de la brecha salarial: la precariedad económica y las estructuras de poder

por wuwei (natàlia)

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Este artículo lo escribí y se publicó en eldiario.es el 6 de Abril.  Podéis ver el artículo original aquí.

 

Muchas de las consecuencias sufridas por las personas oprimidas debido a las estructuras de poder no son agresiones físicas o verbales directas y son muy difíciles de cuantificar: por ejemplo, cómo afectan las estructuras der poder a la salud mental, a la salud física, a ser más sensible a padecer agresiones sexuales debido a la objetificación, o bien las consecuencias económicas de estas estructuras. Esto es debido a que mucha parte de la violencia de las estructuras de poder es simbólica y no es directa: se genera un marco donde el lenguaje, los estereotipos, los borrados de ciertas identidades, entre otros mecanismos, propician la explotación, la marginalidad, o la alienación. Uno de los muchos ejemplos es la contabilización de la pobreza y de los ingresos económicos: haciendo estadísticas comparando lo que cobran las personas con privilegios y las oprimidas de cada una de las estructuras de poder casi siempre lo que se observa es que las personas oprimidas tienen más tendencia y probabilidad de padecer pobreza, más precariedad económica o tener unos ingresos económicos inferiores, y esto no siempre es debido a que exista una norma explícita que diga que las personas oprimidas no pueden cobrar tanto como las personas con privilegios ya que muchas veces las causas son más indirectas.

La mayoría de las veces que se habla de esta diferencia económica entre personas con privilegios y personas oprimidas se suele hacer para explicar y mostrar la brecha salarial entre hombres y muejres. En el caso específico de la jerarquía hombre/mujer esta diferencia es por cómo históricamente las mujeres hemos sido (y somos) consideradas inferiores a los hombres (seres menos válidos para los trabajos productivos) y no se nos ha tenido ‘permitido’ cobrar lo mismo para hacer el mismo trabajo, aparte de no tener acceso a ciertos tipos de trabajos (o en muchos momentos a ningún trabajo) o a lugares de más poder (por el mismo motivo).

Pero a veces la diferencia de ingresos puede ser debido a otras causas (también estructurales). Las estructuras de poder afectan, por ejemplo, nuestra salud mental, ya que tenemos que estar cada día moviéndonos en un marco donde el lenguaje no nos representa, donde se nos aliena, margina, explota, o bien también se nos borra o estereotipa. Estamos hablando de afrontar cada día con las limitaciones de muchas estructuras (aparte del machismo ya mencionado) como el capacitismo, el heterosexismo, el racismo, el cisexismo, la gordofobia, entre muchas otras. La baja salud mental nos incapacita muchas veces para trabajar, y facilita el hecho de que se nos vea socialmente como personas con quien se puede confiar menos para contratarnos o para ofrecernos los mismos tipos de trabajos y contratos que a las personas con más privilegios. O, por otro lado, los estereotipos también nos pueden colocar en una posición que dificulta muchas veces el acceso a ciertos lugares de trabajo: por ejemplo, cuando por ser bisexual se te considera una persona inestable y traidora (dos estereotipos ligados a la bisexualidad), y por tanto puede ser un motivo para perder un lugar de trabajo o para que se confíe menos en ti que en tus compañeras de trabajo.

Yo lo vi en mi caso durante los dos últimos años de doctorado. Durante casi todo el doctorado (que duró unos 7 años) padecí una relación de maltrato por parte de una persona con la que compartía trabajo/doctorado; un maltrato que fue beneficiado por el hecho de yo no ser hombre y ser, además, neurodivergente. La relación de maltrato, un entorno laboral angustiante y la violencia que me encontraba también en aquel entorno por el hecho de no ser heterosexual, ni monógama, ni neurotípica menguó día tras día mi energía, mi salud mental, llevándome a mi límite emocional. No podía trabajar y día tras día mi productividad no era suficiente como para que se me considerara una persona mínimamente resolutiva. Finalmente mis jefes acabaron confiando mucho menos en mí que con el resto: esto hizo que acabara teniendo un contrato mucho más precario (por debajo del mínimo, cobrando la mitad que el resto de compañeras) y bajo unas condiciones de estrés más grande que las de mi compañeras.

Una vez una persona, después de compartir con ella un lista sobre los privilegios monosexuales, me empezó a decir (de forma bastante violenta, por cierto) que había un privilegio que era mentira, que qué tenía que ver el monosexismo con los ingresos de una persona. Precisamente el privilegio al que hacía referencia era ‘es menos probable que sufra de pobreza’; la ironía fue que quien me lo dijo era quien llevaba 5 años maltratándome, y me lo dijo justamente cuando llevaba más de medio año cobrando una miseria al mes, menos de la mitad de lo que él cobraba en el mismo departamento y haciendo el mismo doctorado.

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memorias de una C y taller de técnicas de dominación en Madrid (Abril)

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

Los días 28 y 29 de abril voy a estar en Madrid para repetir la charla de Memorias de una C y dinamizar un taller de técnicas de dominación. La charla de Memorias de una C la haré el sábado 28 de abril a las 18h en La mala mujer (c/ Mesón de Paredes, 76, Madrid), y no hace falta inscribirse, pero el aforo es limitado. El taller de técnicas de dominación lo haré el domingo 29 de abril a las 18h también en La mala mujer ; en el taller sí que hace falta inscripción, ya que el límite de plazas es 20. Inscripciones para el taller en info@interpuzzle.es

En las dos actividades haré taquilla inversa (aportación sugerida entre 5 y 10€ pero no dejes de venir por no poder pagarlo).

Aquí tenéis los dos eventos de facebook:

https://www.facebook.com/events/365960850571214
https://www.facebook.com/events/595767387431371/

Nos vemos en Madrid 🙂

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charla: memorias de una C

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

La charla se realizará en catalán.

A y B tienen una relación; B conoce a C, y por ‘extraños’ motivos C acaba sintiéndose desempoderada en su relación.

En esta charla, utilizando la letra ‘C’ como metáfora sobre las relaciones, se explicarán qué son las jerarquías en las relaciones, qué relación tienen éstas jerarquías con el pensamiento monógamo y cuáles son las consecuencias de estas jerarquás. Las memorias de una C no son simples, son atravesadas por el consumismo relacional, la objetificación, la explotación, la alienación, la marginación, el desempoderamiento, y muchos otros factores que vivimos (y que ejercemos) día tras día todas las personas cuando nos relacionamos. Esta no pretende ser una charla ‘simple’, sino una rallada de la vida con una mirada crítica y política y con alguna pinzelada en formas de diario y memorias de algunos relatos de situaciones de desempoderamiento relacional. Un diario de una letra de las que otras hablan pero con la que casi nunca se habla.

Después de la charla se abrirá el debate con las asistentes.

Lugar: Ateneu la Base, c/ Hortes, 10, Poble Sec (Barcelona)

Día: sábado 4 de noviembre

Hora: 18:30h

 

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relaciones jerárquicas vs importancia

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

Las relaciones jerárquicas y las relaciones de poder se suelen dar debido a las estructuras de poder y a la dominación de todo lo que nos rodea (paradigma en el que nos movemos en nuestra visión occidental del mundo). Hace falta diferenciar la relación jerárquica de la relación de poder: la relación de poder se daría entre dos personas (o más, pero entre todas ellas) y la relación jerárquica se estaría dando de una relación hacia otras. Una relación de poder sería, por ejemplo, una relación de un empresario a cualquiera de sus trabajadores, o el de un hombre que se ha apropiado de una mujer a través de una relación de pareja monógama y machista. Por otro lado, una relación jerárquica sería, por ejemplo, la relación entre una relación de pareja y el resto de relaciones de amistad de las dos personas, o bien la de una relación primaria poliamorosa y el resto de relaciones consideradas secundarias.

Una relación jerárquica implica una serie de normas que se imponen de la relación ‘principal’ que limitan el resto de relaciones (secundariaas) que puedan tener las personas de la relación ‘principal’ con otres, tanto si estas relaciones ‘secundarias’ ya existen cuando se están imponiendo estas normas como si aún no existen. Estas normas se imponen evitando que las personas que no componen la relación ‘principal’ puedan presentar alternativas o formar parte de procesos de decisión en cosas que las afectan (ya que son normas y limitaciones que afectan directamente a su relación y persona). Normalmente las normas o limitaciones les vienen de fuera y solo pueden aceptarlas o rechazarlas, sin poder plantear alternativas. Todos estos son actos de objetificación hacia estas personas que no forman parte de la relación ‘principal’ (jerárquica). Las relaciones fuera de la relación ‘principal’ vienen definidas por estas relaciones ‘principales’ y externas a la relación ‘secundaria’ que se está jerarquizando. Las relaciones jerárquicas quitan voz las personas que no forman parte de la relación ‘principal’ y dan más voz para definir las relaciones ‘secundarias’ a personas de las relaciones ‘primarias’ que no forman parte de estas relaciones (por este motivo se llaman jerárquicas).

Normalmente estas normas y jerarquías de una relación respecto las demás surgen para evitar que les que componen la relación ‘secundaria’ no puedan generar vínculos que puedan ‘competir’ con la relación ‘principal’ o ‘jerárquica’. La razón por la cual se hace es para que otres no puedan llegar a ser importantes para tu pareja, limitando de estrada estas relaciones. Se confunde ‘no querer perder la relación’ y ‘compromiso’ con ‘evitar que otres también puedan ser importantes’. Esto es una reproducción de competitividad monógama.

Es cierto que los recursos, el tiempo y todo nuestro afecto y estado emocional es limitado, y que existen configuraciones que son importantes para nosotres y que tenemos que ir con cuidado en como las relaciones se pueden afectar entre sí. Aún así, una cosa es ser sensible a como conservamos nuestras relaciones y otra es objetificar a otras personas. Evidentemente hay relaciones más importantes que otres, no se tiene que confundir importancia con jerarquía. Pero que una persona pueda ser menos importantes en tu vida no implica que se le tenga que objetificar y quitarle voz en cosas que le afectan. Estas otras personas también tienen otras relaciones y necesitan poder hablar de las cosas que le afectan; y no al final de haber tomado una decisión, sino durante el proceso. Y, es más, quien tiene que poder limitar y poner normas en una relación son las personas que la componen, siendo sensibles a otras relaciones, pero no terceras personas que no forman parte de ella.

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después de romper con la monogamia

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

Este artículo lo escribí como resumen (muy resumido) de una charla que di en las II Jornades d’Amors Plurals y se publicó en el número 422 de la Directa. Podeis ver el artículo original (en catalán) aquí.

(**) He añadido al final una aclaración a raíz de algunos comentarios que se hicieron cuando se publicó el artículo.

La versión extendida (‘no resumida’) de la charla la publicaré más adelante en este blog dividida en diferentes secciones.

 

La manera que tenemos de relacionarnos forma parte de un sistema o estructura de poder muy ligada a la estructura monógama. La monogamia no sólo es un recuento de relaciones, es también un sistema: está en el lenguaje, en la lógica construída socialmente, en la forma de pensar. Y va más allá de la normatividad entorno a las relaciones de pareja, ya que nos dice también como nos tenemos que relacionar en general con las personas, es un sistema relacional.

La monogamia nos aisla en unidades familiares no permitiendo generar redes solidarias, afectivas y sensibles a las estructuras que nos atraviesan. La no-monogamia tiene un gran potencial, no sólo para romper el propio sistema relacional, sino también otras estructuras de poder ya que éstas se elimentan de la estructura monógama y también porque te permite construir relaciones que rompen con los sistemas de privilegios y opresiones. Ahora bien, es necesario un punto de vista crítico en las propuestas que se plantean, sino se reproduce el mismo pensamiento.

Individualismo, dominación y objetivización

Nuestra forma occidental de ver el mundo se basa en la idea de que somos individuos externos al mundo que nos rodea (no formamos parte de nuestro entorno) y accedemos a nuestro entorno para cubrir nuestras necesidades a través de la dominación. Esta visión fomenta la creación de estructuras de poder que permiten a quien domina obtener lo que necesita sin tan siquiera tener que comprender que las está obteniendo de su entorno: sus necesidades quedan cubiertas de forma sistemática a través de las estructuras. Se crean, por tanto, privilegios hacia estas personas de grupos dominantes y les da un falso sentimiento de independencia.

En nuestros entornos no monógamos a menudo se intenta romper con la idea de la dependencia total a una sola persona (que proviene de la estructura monógama y que genera relaciones de poder) diciendo que las personas somos independientes y no tenemos necesidad de nada o nadie. De esta manera se estigmatiza la dependencia, se invisibiliza la dependencia con el entorno de las personas con privilegios y se crea un discurso de la no-monogamia a la que sólo pueden acceder personas con más privilegios.

Tratamos nuestro entorno como un objeto debido a verlo como una cosa externa a nosotres donde accedemos para cubrir nuestras necesidades. Las personas con las que nos relacionamos también forman parte de este entorno-objeto, y por tanto nos acercamos teniendo en cuenta las propias necesidades y deseos però no los de les demás. Este es un proceso de objetivización. Para resumirlo un poco, objetivizar es tratar a las personas como si no tuvieran voluntades o deseos propios, o bien no permitiendo que tengan un espacio para consentir u oponerse a una cosa, o también que no puedan expresar emociones ni opiniones al respecto de cosas que les afectan. Esta última es bastante común en las realciones no monógamas jerárquicas, donde a menudo personas que se ven afectadas por decisiones que se toman en las relaciones primarias no pueden opinar, o expressar emociones, o plantear alternativas, o ni siquiera se les informa de que se han tomado. En definitiva, objetivizar es no tener en cuenta a la otra persona, quitarle voz.

Compromiso e implicación

La monogamia suele llevar una carga muy grande de compromiso implícito y de expectativas relacionadas con la escalera de las relaciones. Este tipo de compromiso no suele ser un compromiso que se haya pactado, hablado o que se pueda cuestionar por ninguna de las partes. Además, suele implicar el hecho de no poder compartir compromisos, proyectos o afectos con otras personas y que además recaiga sobre una persona generar todo lo que necesita la otra.

Muchas personas delante de esto reaccionan planteando como alternativa no tener que comprometerse y no generar ninguna expectativa. Esto da una ventaja a las personas que tienen más privilegios, ya que estas tienen sus necesidades más cubiertas y no necesitan del compromiso para obtener nada. Por otro lado, las personas con menos privilegios, se verían la mayoría de veces arrastradas a vivir situaciones de vulnerabilidad. Normalmente quien rechaza el compromiso son las personas con más privilegios, ya que el sistema no les cubre sus necesidades y necesitan el compromiso para enteder como cubrirlas y poder acceder a aquello a lo que no pueden acceder sin privilegios.

No querer implicarse es una forma de no querer aceptar las cosas que obtenemos de nuestro entorno y no querer aceptar que el entorno nos afecta y nosotres lo afectamos. La implicación es necesaria para generar relaciones no objetivizadas donde las personas puedan tener voz en las cosas que las afectan. Las relaciones se tienen que construir a través de compromisos e implicaciones explícitas y que no vengan dadas por normas sociales estructurales ni que nos imposibiliten generar otros compromisos.

Responsabilidad compartida

La monogamia te da la idea de que una persona es totalmente responsable de tu felicidad o infelicidad. Para romper con esta idea que genera relaciones de poder se acostumbra a decir que cada persona es totalmente responsable de sus emociones, incluídas aquellas emociones que se generan a través de una relación y de lo que se comparte. Esta es una visión individualista, y no muy diferente a la anterior: o las responsabilidades son totalmente separadas o recae toda en una sola persona. En este paradigma la relación se borra completamente.

La responsabilidad en una relación tendría que ser responsabilidad compartida: tendría que ser de las personas que generan el espacio y la relación, no de forma separada (cada una la suya), no de forma vertical (toda la responsabildiad es solo de una persona), sino como combinación, teniendo en cuenta los contextos de cada persona y lo que se está compartiendo. Tener en cuenta el contexto de la persona significa que cuando tenemos una relación con una persona sobre la cual tenemos un privilegio, queramos o no nos beneficiamos de este privilegio y por tanto, tenemos una responsabilidad sobre la violencia etructural que podamos generar en esa relación. La responsabilidad compartida nos permite, además, reconocer explícitamente todas aquellas cosas que nos aporta la relación y lo que la otra persona está compartiendo.

Cuidados y el significado de ‘cuidar’

Ser conscientes de que cubrimos nuestras necesidades a través de nuestro entorno y, por tanto, a través de nuestras relaciones, nos permite tratar el tema de los cuidados desde un punto de vista crítico. Las tareas de cuidados siempre han recaído en las mujeres. No obstante, las tareas de cuidados de las cuales siemrpe hablamos en el contexto del feminismo se limitan sólo a la diferencia de género. Hay muchas más necesidades que tenemos que no recaen en las tareas que se han definido como cuidados (tareas del hogar, cocinar, o cuidar cuando le otre está enferme), así como necesitamos ser conscientes de las diferencias que van más allá de las de género, ya que hay muchas más estructuras o tipos de relaciones (no todas las relaciones las trabajamos en un contexto heterosexual, binario, romántico y sexual).

Cuidar implica entender qué necesita le otre, no para sentirnos obligades a cubrirle las necesidades, sino para tenerlas en cuenta y ser sensibles a ellas. Tampoco tenemos que obligar a que le otre tenga que entender cuáles son sus necesidades, sino dejarle espacio para que lo pueda expressar cuando quiera y se de cuenta de cuáles son. Y, sobre todo, no se tiene que obligar a tener necesidades que no se tienen. Debido a que los cuidados son un tema recurrente en nuestros espacios a veces caemos en el error de realizar tareas hacia otres que no necesitan para sentir que le estamos cuidando, y a menudo utilizamos estas tareas innecesarias como excusa para no tener que escuchar las verdaderas necesidades de le otre o no reconocer una necesidad cuando la expresa. Vivimos en lo que yo llamo la ‘cultura del tupper’: preparar tuppers a les compañeres sin pararnos a reflexionar qué queremos decir con ‘cuidar’, y mientras no dejamos a les demás expressarse cuando algo les afecta. Esto es un acto de objetivización.

(**) Añado una aclaración a raíz de algunos comentarios al respecto del artículo diciendo que lo que publiqué es aplicable también a relaciones monógamas. No creo que el tema de los cuidados pueda realmente aplicarse en relaciones monógamas ni relaciones no monógamas jerárquicas, ya que la monogamia implica jerarquía, y en ninguna jerarquía los cuidados son reproducibles, solo sucedáneos de cuidados, que no son cuidados. Estoy hablando de todas aquellas personas que no forman parte de la relación principal. Mi discurso quiere enfatizar el hecho de que estamos tratando a todes les demás muy mal y de forma muy objetivizada, tanto en responsabilidades, como en compromisos, como en cuidados. Por eso ni la monogamia ni la no-monogamia jerárquica nos salvarán nunca de todos los sistemas de opresión, sólo los seguirán reproduciendo, además a través de sus propios baremos.

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