por wuwei (natàlia)
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contenido: mención de consumo relacional, jerarquías, monogamia, estrés postraumático y miedo/pánico
Hace unos meses (o más bien hace un poco más de un año) tuve una crisis muy fuerte con muchas de las cosas en las que estaba implicada, no solamente como filosofía de vida, sino también haciendo activismo (en mi vuelta al blog lo expliqué aquí). Esta crisis se unió a un proceso personal y terapéutico donde una de las consecuencias fue poder tener espacio y reflexión para entender mejor qué quiero y necesito en general (una pregunta que me parecía obvia y contestada mucho antes, pero que no lo estaba en absoluto). Una de las cosas de las que más había renegado últimamente en este proceso intenso han sido las no-monogamias, que eran, además, una de las cosas sobre las que más había escrito y de las que llevaba con más orgullo. A lo mejor era también esto, una desilusión de todo aquello en lo que había puesto tantas ganas y energía. Tengo que admitir que aquí se mezclan muchas cosas: por un lado, un enfoque de las no-monogamias que no era lo que yo realmente necesitaba o quería; por otro lado, una sensación y la angustia de sentir un consumismo relacional considerable en estos entornos; sumado a esto también he sentido una divergencia entre como yo y algunas utilizábamos ciertos conceptos y palabras y su uso más generalizado; y, finalmente, he tenido una tendencia a mandar a la mierda muchas cosas debido a mi estrés postraumático generado por ciertas relaciones y agresiones (que poco a poco se va diluyendo).
La verdad es que yo entré en las no-monogamias de una forma más bien política y por un interés en un estilo de vida que intentara romper con el modelo de familia tradicional jerárquico, que nos aísla del resto del mundo, individualista, capitalista y patriarcal. Por tanto, en realidad, mi interés era más bien comunitario y no tanto en intentar multiplicar parejas románticas y/o sexuales, esto para mí era más secundario, solamente una consecuencia a la crítica de la monogamia más organizativa. Nunca me he identificado como poliamorosa, seguramente por este motivo. Mi interés era construir otras formas más solidarias y comunitarias de vivir. No estoy diciendo que el poliamor no sea solidario ni comunitario, ni que no haya personas poliamorosas con prácticas parecidas a las que yo buscaba. También sé que hay gente que define el poliamor a través de estas prácticas. Pero a mí no me hacía sentir cómoda la etiqueta, sin entrar a criticar a quien la utiliza. Cada une se identifica con lo que siente y puede, sin que esto implique una guerra de etiquetas.
Siempre he sentido una desconexión muy grande de la mayoría de experiencias que se comparten en grupos sobre no-monogamias, así como también sobre conceptos como responsabilidad, libertad o jerarquía. He sentido muchas veces estar usando palabras que se contradecían o que no coincidían con su uso mayoritario. Es como aquello de llamar democracia al sistema en el que vivimos, donde después tu (o yo, u otras personas) puedes pensar o sentir que esto no es realmente una democracia, o no lo definirías como tal, pero el uso generalizado es el que es y lo tienes que aceptar de alguna manera para moverte, entenderte con estas personas y poder comunicar lo que quieres. Con muchos conceptos usados en discursos no monógamos, como libertad, responsabilidad, compromiso o jerarquía (especialmente esta última) pasa algo parecido, su uso general no coincide con cómo lo podemos ver algunas personas. Esto se tiene que aceptar de alguna manera, porque tienes que moverte a través de esto. A mí siempre me ha costado esta parte, pero tampoco quiero dejar de lado cuál es mi percepción e idea sobre estos conceptos y poder seguir hablando de ellos desde un punto de vista crítico.
Una vez empiezas a entrar en las comunidades no monógamas la mayoría de las preocupaciones y debates son los típicos de cuando centras tu no-monogamia en el número de parejas o relaciones sexuales: celos, como gestionar el hecho de tener más de una pareja, sexo, compersión, NRE (New Relationship Energy), crianza cuando hay más de una relación sexo-afectiva, etc. Es normal, y no digo que no sean temas que puedan ser importantes o interesantes, porque al final son temas que nos afectan a todes, seamos o no monógames. Lo que intento recalcar es que el enfoque mayoritario gira normalmente más alrededor de las relaciones de pareja y las relaciones sexuales, y menos sobre alternativas de organización familiar que no estén centradas en las relaciones románticas y sexuales, o bien estas últimas son más bien minoritarias, anecdóticas o “complementarias”, y algunas veces “tokenizadas”, como aquellas cosas que pones al final como decoración para que haya más “diversidad”. No estoy intentando criticar quien quiera centrar su no-monogamia en las parejas o el sexo, sino entender el porqué es tan fácil que las propias atenciones muchas veces se acaben poniendo en otras cosas, y ya no solamente por los debates sino también por las propias vivencias relacionales una vez estás dentro, incluso en la propia anarquía relacional se acaba cayendo en sus prácticas.
Por otro lado, muchas de las dinámicas que veía y vivía en estos entornos me incomodaban y me hacían sentir también en un estado relacional extremadamente inseguro. Las dinámicas de poder juntamente con el consumismo relacional, tan fácil de reproducir en las no-monogamias, hicieron que sintiera mucha necesidad de apartarme, de dejar de identificarme y de auto revisarme mucho. A mí las relaciones en entornos muy consumistas, competitivos y con dinámicas de poder me cuestan, me resbalan, no me permiten construirlas y vivirlas de una forma que me permita de un lado generarlas de forma segura, con suficiente tiempo y suficiente horizontal, y a la vez poder equilibrarlas con mi propio espacio, tiempo y necesidades sin caer excluida, apartada o utilizada (como sería una C, básicamente). Aquí se mezcla, no sólo el hecho de no ser un hombre, ni ser heterosexual, sino también por el hecho de ser autista y tener estrés postraumático debido a agresiones y relaciones de maltrato. Tenía (y sigo teniendo) una bonita red, pero sentía constantemente como ésta podía perderse con facilidad debido a una inestabilidad muy grande viendo el entorno en el que nos encontrábamos. Esto muchas veces me producía pánico.
Por estos motivos sentí que necesitaba alejarme de todo este follón. Y, visto el resultado, creo que fue una de las mejores decisiones que podía tomar. A veces hace falta alejarse de algunas cosas para verlas un poco mejor. Durante un proceso terapéutico bastante intenso, me desidentifiqué de las no-monogamias y esto me permitió ver e intentar construir sin todo el ruido que no me dejaba escucharme. Cuando me desidentifiqué tampoco supe muy bien con qué me estaba identificando o qué era lo que quería. Necesitaba entender qué quería yo, qué sentía.
Cuanto más claras he empezado a tener las cosas más me he dado cuenta de que no quiero la monogamia para mí. No la quiero porque no quiero vivir en pareja y hacer todo aquello que se espera de mí en esta posición. No quiero organizar mi vida alrededor de esta figura. Pero tampoco quiero organizarme sola, aislada. Quiero vivir con mis vínculos, relaciones importantes, aquellas a las que vosotras llamáis “amigas”, aunque a mí esta etiqueta se me queda corta. Quiero compartir, organizarme con ellas, ayudarnos, acompañarnos, trascendiendo totalmente el concepto de “compañeras de piso/casa”, que en el fondo es un concepto intermedio en la monogamia, mientras esperas encontrar a alguien con quien compartir tu vida.
Quiero construir alrededor de estos modelos relacionales y compartir de otras maneras. Algunas dirán que esto también es poliamor, pero volvemos a todo lo que decía antes, no me apetece, al menos por ahora, usar una etiqueta para una cosa que la mayoría utiliza para otra (especialmente una cosa tan diferente a lo que yo necesito). Tampoco tengo claro si me identifico con la anarquía relacional porque cómo utiliza mucha gente esta etiqueta me incomoda y tampoco me siento identificada. Pero monógama no soy. Lo que tengo claro, una vez más, es que quiero construir otras cosas, organizarme de otras formas. Ni monogamias, ni poliamores, ni binarios parejas-amigas: lo que quiero es compartir con mis “no-novias” o mis “más-que-amigas». O sea, con mi familia.