por wuwei (natàlia)
en català aquí.
Escribo esto saltándome varias de las costumbres que suelo tener al escribir aquí. La primera es que no voy a revisar el texto. La segunda es que va a ser mucho más emocional que racional, no quiero pasar esto que voy a vomitar a través de ningún análisis, aunque al final algo de análisis siempre hay. La tercera es que voy a colgarlo sin pensar mucho cuando ni el contexto en el que lo hago. Tengo bastantes cosas escritas que me da pereza colgar. Voy a colgarlas, porque tampoco es que no me gusten, sino que me siento muy banal, sin tan siquiera saber qué quiero decir esto. Seguramente habrá por aquí algún cambio de rumbo cuando termine de colgar todo lo que tengo. Ya se verá.
El otro día leía como alguien se quejaba de la falta de cuidados a través de la suposición de que quien no se vulnerabiliza en las relaciones, o quien huye de ciertas situaciones, es por una falta de compromiso o bien porque le va mucho lo de fluir por la vida dejando atrás cualquier consideración hacia les demás. Podría ser cierto, pero igualmente me dolió. El miedo a vulnerabilizarse y a abrazar las vulnerabilidades de otres no siempre corresponde a formar parte de lo más alto de las jerarquías dentro de un sistema de consumo de relaciones. A veces es al revés, las que están debajo también les atraviesa el miedo a la vulnerabilidad, por razones precisamente contrarias: el trauma lleva al miedo al rechazo, el miedo a que te traten mal, el miedo a que pisen (como otras veces te ha pasado) tus vulnerabilidades. Desnudarse no es fácil. Haber sido consumida te convierte a veces en alguien que huye de cualquier posibilidad de que te vuelva a ocurrir. También están aquelles que han sido infinitamente rechazades y que eso les ha vulnerabilizado aún más. No quiero aquí hablar más de masculinidad. Estoy hablando de otras cosas, siempre olvidadas. Hace meses que me pregunto qué han supuesto para mí las drogas en muchos momentos de mi vida, y por algún motivo la alienación cuando algo te duele puede ser más que necesaria. No siempre estamos preparadas para soportarlo todo, algunas veces simplemente no podemos.
Siento rabia hacia cómo funcionan muchos aspectos relacionales, también en ambientes súper alternativos. Cómo se ridiculizan fácilmente situaciones suponiendo que se está siempre ridiculizando el privilegio, y no siempre es así. Medimos a las personas, las medimos según su capacidad carismática, su capacidad deconstructiva, su capacidad de supuestamente complacer, haciendo un supuesto llamamiento a los cuidados. No tiene nada de cuidado medir a la gente. Con esto no quiero decir que no tengamos que trabajarnos cosas, no es eso. A mí me atraen ciertas ideologías y la voluntad. Pero hemos hecho de esto un ejercicio de capacidad, de medida absoluta, y de consecuente ridiculización de lo que no atraviese estas expectativas. Medimos a la gente. Como cuando nos median en el colegio a través del bullying, a través también de una ridiculización, de una invisibilización, de una violencia sistemática capacitista (y no capacitista también).
Se nos llenan los espacios de bullying y egos, peña.
Siento rabia por la lucha de egos que realmente a veces no sé cómo puede pararse si nos autoproclamamos críticas y anti-jerarquías. Los egos están allí. A veces no hace falta tan siquiera hacer un zoom o apartarse para verlo. Están allí. Y esto genera una gran bola de deseos de subirse a más carros. O simplemente una necesidad de supervivencia que acaba generando más egos ya solamente para que no te pisen. ¿Hay alguna forma de destruir estos carros? De verdad lo pregunto. Es una pregunta jodidamente sincera. Podemos hacer mucha autocrítica, y dejar de hacer ciertas cosas, ignorar también lo que vemos y sentimos acerca de lo que hacemos. ¿Pero hay alguna forma de destruir todo esto?
No sé si es cierta distancia por el hecho de vivir más lejos, o no sé si es cierta pesadez cada vez que me acerco y observo. No quiero dejarlo todo y abandonar una parte de lo que siento importante. Pero hay ambientes que me saturan. Porque muy guay tanta deconstrucción, pero después no hay quien se ponga a hablar ni a tratar lo que realmente está por debajo. Cómo si por el hecho de estar oprimidas haga que no haya nada ni nadie por debajo. Sólo nos miramos el ombligo y nuestros discursos, a veces vacíos porque solamente se materializan en ambientes muy concretos y de formas clasistas y de jodida exclusión. Instrumentalizamos la pobreza, la precariedad. Creemos siempre que somos las más precarias porque casi nunca nos paramos a mirar hacia abajo. No queremos mirar hacia abajo porque eso nos pondría en una situación de privilegio que no queremos aceptar. Que al final en todos los activismos se repite siempre la metáfora de repetirnos eso de que la clase media no existe (podemos usar este concepto en cualquier estructura, no solamente la económica) porque no queremos vernos como más privilegiadas que otras. Y ya sé que no existe. Pero algo hay que nos sustenta más que a otras, y hay quienes están más jodides que nosotres. O, podríamos decir, que todo es mucho más complejo de lo que vomitamos.
Pero más allá de esto, también está el no querer ver lo mucho que hacen algunas personas. Nos creemos muy guays porque sumamos cuantas mierdas nos atraviesan, pensando que esto nos hace más importantes. Pero invisibilizamos muchos curros dentro de nuestros ambientes que son jodidamente invisibles porque no los reconocemos como importantes. No. Es más importante quien coge un micro o quien escribe que quien mueve su maldito culo y pone su cuerpo, o su responsabilidad a través de lo más emocional. No estoy diciendo que todes les que cojan un micro o escriban no pongan su cuerpo en nada. Lo que quiero decir es que hemos creado una jerarquía de tareas que solo ensalza y solo reconoce unas tareas, y no le otorga tanta importancia a quien materializa el discurso, quienes hacen tareas que nadie quiere hacer o a quienes hacen jodidamente algo. Esto a veces roza la explotación y de cómo ese curro que hacen muchas es usado por quienes ensalzan su ego. Hablamos mucho de la invisibilización de los cuidados, pero creo que se invisibilizan muchísimas cosas más.
Cuando hablo de curros, no obstante, tampoco quiero caer en el capacitismo. Ya sé que no todas podemos hacer las mismas cosas. Ni en el clasismo, no todes tenemos acceso a lo mismo. No critico quien no lo pone de la forma que se supone o se puede esperar que ponga. Critico a quienes se aprovechan del curro de otras. Eso mismo es lo que me duele. O a quienes no quieren verlo. O a quienes se creen que una cara agradable y un discurso potente son más importantes que todo lo demás. Critico a quienes no quieren verlo o lo esconden. Critico la jerarquía de los egos. El reconocimiento siempre acaba siendo vertical. Por muy anti-jerarquías que nos mostremos.
Estoy de mudanza, gente. Y qué jodido gusto da esto. Aunque duela. Es lo que hay.