demanda de atenciones: ¿egoísmo o necesidad?

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

 

La legitimidad o no de querer atenciones, buscarlas, o simplemente recibirlas es un tema recurrente en muchas discusiones y debates. He visto, debido a esto, críticas, defensas y muchos comentarios al respecto: que pedir atenciones es egoísta, o una voluntad de acumulación de algún tipo de capital social, o también, por otro lado, que es un acto legítimo por parte de personas que necesitan cuidados. Pero para poder pararnos a debatir o entender qué posición tomamos al respecto tendríamos primero que explicar qué son realmente las atenciones y qué implica quererlas, pedirlas o reclamarlas. Creo que es bastante común que en una discusión se parta de definiciones o conceptualizaciones desde puntos diferentes sobre qué son las atenciones o sobre qué es el egoísmo que hacen de algunos debates contradictorios o confusos.

La atención es un acto relacional y contextual. Prestar atención a una persona significa Prestar atención a lo que expresa y a ella en cuanto a persona, pero además, también en prestar atención a sus problemas, a sus necesidades, al vínculo y relación que se establece entre les dos, como nos afectamos y tenerla en cuenta (reconocerla como existente y por tanto como posible afectada también de nuestras decisiones); y lo mismo se podría decir para un grupo de personas o colectivo. Como todo acto relacional se verá contextualizado por situaciones muy diferentes que dependerán de estructuras, de posiciones relativas de privilegio y opresión o también intenciones completamente diferentes; no es lo mismo pedir que se te tenga en cuenta cuando eres una persona carismática y que, además, suele tener sus necesidades cubiertas normalmente.

Parte de las críticas señalas la demanda de atenciones como un acto egoísta y egocéntrico. Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos “egoísta”? ¿Es pensar en una misma un acto negativo? ¿Es necesitar cuidarnos un acto egoísta en sí mismo? ¿Queremos decir egoísta cuando en el proceso de querernos tener en cuenta dejamos de pensar en todo lo que nos rodea y como lo influimos? ¿O bien llamamos egoísta cuando pensamos en nosotres sin más? Es interesante reflexionar alrededor de estas preguntas ya que las estructuras de poder nos imponen un imaginario social que no nos permiten ver necesidades importantes de ciertas personas (aquellas discriminadas y oprimidas) y hace que cuando ésta en un momento dado intente hacerlas ver se la señale como egoísta, y precisamente cuando pasa al revés, y es una persona con privilegios quien muestra las suyas, se empatiza mucho más y se la acusa mucho menos de “egoísta”.

Dentro de un paradigma que cree que pensar en une misme es un acto negativo y que automáticamente ignora a les demás, es fácil creer que querer atenciones y pedirlas es también un acto malo en sí mismo. Esta crítica puede tener cierta razón, en el caso de que estuviéramos hablando de un tipo de egoísmo que se basa en ignorar las necesidades y las demás personas. Pero este razonamiento olvida que, no todos los actos de auto-cuidados, ni de pedir cuidados, ni de expresar necesidades tienen porque implicar ignorar lo que nos rodea.

Muchas veces no necesitar pedir atenciones puede venir debido a tener muchos privilegios (y no estoy hablando aquí sólo de privilegios de género, sino de muchos más que tienen que ver muchas veces con el carisma, por ejemplo). Los privilegios hacen que por defecto todas tus necesidades y atenciones te sean dadas de forma sistemática. Desde esta posición sería, por tanto, muy fácil ver que cualquier demanda ya sería un exceso, porque no vemos las necesidades que pueden haber detrás. ¿Pero qué pasa con todes aquelles que no las reciben por defecto? De hecho, muches de les que defineden que pedir atenciones no tiene nada de malo son les que acostumbran a ser excluides en un sistema que deja de lado las atenciones de muches, especialmente de aquelles que requieren  de lo que (erróneamente) el sistema llama “atenciones especiales” (haciendo hincapié en que son “especiales” las aparta del ámbito común y hace que se las trate como si no fuera responsabilidad de todes tener cuidado de ellas, sino más bien un esfuerzo extra que quien las hace es porque es muy buena persona).

Es cierto que las atenciones suelen ir por defecto a las personas más privilegiadas, y no solamente por el género, también todas aquellas con un capital social, sexual, de cuidados, etc, porque son guapas, porque son más “normales”, porque son delgadas, porque son carismáticas, porque son extrovertidas, así como aquellas que tienen privilegios en otras estructuras como el racismo, el cisexismo, el heterosexismo, y un largo etcétera. Reconozco que la demanda de atenciones desde estas posiciones (que es muy común) es un abuso de privilegios, y un acto de egocentrismo que ignora y se impone sobre su alrededor: una voluntad de acumulación de capital social que ignora la mayoría de las veces los cuidados, la atención que ellas tendrían que dar a “cambio” a otras personas, o el valor incluso de las propias atenciones que se reciben.

No obstante, yo no considero que pedir atenciones o querer conseguir atenciones sea una cosa mala en sí misma. Todes necesitamos de atenciones, solamente que algunes las tienen por defecto (como he comentado antes sobre todo por motivos de privilegios) y a otres les cuesta obtenerlas y por tanto las tienen que buscar. El problema es qué métodos utilizamos para pedir estas atenciones y desde qué posición estructural: por ejemplo, si utilizamos técnicas de dominación, si la relación se convierte en una vía solamente para conseguir estas atenciones de forma utilitarista, si no tienes en cuenta qué necesita o cómo se siente la otra persona, etc.

Yo padecí mucho las técnicas de dominación que ejerció sobre mí una persona durante años para tener toda mi atención constantemente. Fue horrible porque ya no me quedaban energías para nada, solamente para darle atención a esa persona. Eso formó parte de un maltrato. Era una persona con muchos más privilegios que yo que lo único que quería era obtener atenciones sin mi consentimiento (o sea, que no fuera una cosa de la que yo fuera consciente, ni que yo pudiera escoger o racionar con otras cosas de mi vida). Pero esto es muy diferente a que una persona necesite atención y lo pida a través de otros métodos y respetando también sus necesidades y emociones. O sea, cuidar implica tener en cuenta que le otre pueda necesitar prestar atención a toras cosas o también pueda tener otras necesidades o no encontrarse bien ni disponible en muchos momentos.

 

[imagen: una persona gritando por un megáfono de donde parecen salir signos de admiración]

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