¿el amor también puede doler?

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

 

[imagen: una pared blanca donde hay escrito en negro más resaltado y en mayúsculas «L’AMORE É UNA COSA RARA». También hay escrito en negro pero más flojo: después de «RARA» pone «es la vida», una flecha desde «É» señala «FOLLAR», señalando «UNA» añade «mierda», y después de «AMORE» pone «e bello».]

 

aviso de contenido: mención de dolor y sufrimiento, maltrato, abuso, jerarquías, estructuras de poder, objetificación y explotación emocionales

 

“El amor de verdad implica sufrimiento” es un ideal que gira alrededor del amor romántico y del amor en general. Es un concepto con el que nos han rellenado a través de los cuentos, de la televisión, de las canciones, de las historias que nos explicamos entre nosotres, de internet con los memes que acostumbran a resaltar un tipo de amor y de afecto que se expresa a través de la jerarquía, del dolor, del sufrimiento y de la objetificación y explotación emocionales y de cuidados. El amor, según este tipo de amor o de afecto, siempre comporta un sacrificio jerárquico y muy unido a la violencia estructural, machista, y también de otras diferencias estructurales (no solamente utiliza el machismo, sino también se alimenta de la monogamia, del heterosexismo, del capacitismo, del racismo, etc).

Según este ideal por el amor se tiene que sufrir, tanto para poder acceder a éste como por lo que implica en sí mismo una vez obtenido: se tiene que aceptar incondicionalmente todo lo que le otre hace, especialmente cuando eres la parte que está jerárquicamente por debajo. Especialmente la incondicionalidad es una de las armas más destructivas de este tipo de amor que no cuestiona las jerarquías que nos impone, ni el maltrato, ni la explotación emocional. He enfatizado también la existencia de esta romantización/idealización a través del afecto (o el amor entre personas que no tiene porque comportar un componente romántico) porque entre amigues también puede pasar, especialmente cuando una de las partes es una persona que por miedo a perder la relación (debido también a factores estructurales) acepta una situación de abuso.

Desde los feminismos se ha hablado bastante de esta problemática, no estoy señalando nada que no se haya tratado ya anteriormente en muchas plataformas, espacios y activismos. Estas críticas han intentado romper con la imagen positiva y bonita de este tipo de abuso y aceptación del maltrato. La visibilización ha sido, por tanto, una forma de desenmascarar el maltrato llamándolo por su nombre y mostrando que no es bonito en sí mismo, sino jerárquico, de dominación y estructural y una forma de tenernos enganchadas a relaciones que nos absorben, explotan y oprimen.

Uno de los lemas derivados de todo esto que se repite es “si es amor, no duele” (o “si duele, no es amor”), intentando enfatizar la necesidad de buscar un tipo de amor no basado en el maltrato, en el control, o que justifica el dolor de per se, especialmente hacia aquelles que son mujeres o que tienen menos privilegios. Pero esta frase (como todas las que giran alrededor del mismo concepto), aun siendo cierta cuando hablamos de maltrato, es, por otro lado, una trampa e invisibiliza que se puede sufrir por amor sin necesidad de que sea un sufrimiento derivado del maltrato. De hecho, sin que esta sea la intención del lema en sí mismo, lo que hace es volver a romantizar el amor, idealizándolo alrededor de un tipo de emoción perfecta porque no “disfruta” de ningún tipo de dolor ni sufrimiento. Ignora, por tanto, que el mundo de las emociones es mucho más complejo que un simple “duele” / “no duele”.

Esconder que el amor también puede venir acompañado algunas/muchas veces de algún tipo de sufrimiento puede producir una gran excusa (con discurso) para abandonar una relación a la mínima que haya la posibilidad de sufrimiento o dolor para desdecirnos de los cuidados hacia les demás. Se puede sufrir por la pérdida, se puede sufrir por los procesos de aceptación de incompatibilidades, se puede sentir dolor por los miedos que arrastramos debido al rechazo, o también podemos padecer cuando las personas a las que queremos están pasando por un momento malo, o una crisis. Amar también nos puede llevar a la rabia por las situaciones injustas, una rabia muy necesaria y que constantemente intentamos borrarnos a través de discursos sobre la búsqueda de la pura felicidad acrítica. Y podríamos alargar la lista. También, además, se ignora que hay muchas personas a las que las intensidades emocionales les puede llevar a dolor y sufrimiento en muchos sentidos, ignoramos que no todes tenemos las mismas capacidades a la hora de sentir o sentirnos y que amar/querer, para algunas personas, puede suponer un sufrimiento que se intensifica cuando, además, nos atraviesan los miedos a la pérdida y los miedos a que nos maltraten o que nos rechacen.

Todo esto que expongo no pretende ser una alabanza ni una aceptación del maltrato dentro de las relaciones amorosas o afectuosas, al contrario, como persona que ha padecido el maltrato es lo último que quiero. Pero lo que pretendo expresar es que reducir todo el sufrimiento y el dolor al maltrato e idealizar el amor es caer en una trampa que nos hace creer que tenemos que perseguir la más pura felicidad ignorando todos los problemas que nos atraviesan, sin querer tampoco abrazar o dejarse afectar por todo aquello que no es definido como “perfecto” por el sistema en les demás y en las relaciones.

El amor en un gran sentimiento, esto no lo niego. Es aquél que nos permite solidarizarnos, conector con lo que nos rodea. Pero por este mismo motivo, por el hecho de ser lo que nos permite afectarnos con nuestro entorno, es también lo que nos conecta con ciertos dolores y sufrimientos, tanto nuestros como de les demás. Lo que no tenemos que permitir es que utilicen nuestro amor para abusar de nosotres, para colocarse por encima, ni para maltratar. Para el resto, sí, el amor puede doler, y no es necesario negarlo para convertirlo en un concepto ideal.

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amor crítico y condicional

por wuwei (natàlia)

en català aquí.

 

Una de las muchas creencias en nuestra sociedad y cultura es que el amor, para que sea de verdad, tiene que ser infinito e incondicional. No es que no existan otros grados o no puedan existir, sino que este tipo de amor es aquel que es realmente genuino. Ponte, dentro de este marco, a explicarle a la gente que pones condiciones a tu amor: la mayoría de personas creerán que lo que hacer es “cobrar” por querer pidiéndole a la otra persona alguna cosa a cambio. Esta suposición nos hace poner automáticamente los pelos de punta a muches, especialmente cuando lo que nos imaginamos se acercaría a un chantaje emocional. Pero, en una sociedad donde algunes padecemos tantas violencias a través de los intercambios amorosos (no necesariamente todos de “pareja”)… ¿no es necesario protegernos poniendo ciertos tipos de condiciones y límites a nuestros amores?

La incondicionalidad en el amor es una trampa con la que nos han educado especialmente a las mujeres. Amar sin ninguna condición es dejar la puerta abierta a que delante de ciertas violencias, especialmente las estructurales, no podamos hacer otra cosa que seguir amando y, en consecuencia seguir aguantando la violencia sin poder hacer ninguna crítica, defendernos, o protegernos. Algunas personas podrían decir que no es lo mismo amar que soportar violencia; esto podría ser así si en nuestra cultura no hubiera implícito el perdón y el “pasar por alto” dentro de conceptos como son el amor: el perdón, el olvido y el seguir dando y aguantando sin ningún tipo de requisito.

Por otro lado, la infinitud del amor se repite mucho en entornos no monógamos debido a la suposición que hacemos de que amar a una sola persona es amar de forma “limitada” y que para poder amar a muchas personas se tiene que hacer infinitamente. Seamos sinceres, se puede amar infinitamente a una sola persona: sí, sea o no infinito tu amor, el hecho de que lo concentres en un número más pequeño no lo hace menos infinito, sino más concentrado.

Por tanto, se puede amar infinitamente a una persona, y caer en una trampa (infinita) del amor romántico monógamo. Un error en el que se suele caer cuando se reproduce el discurso de que el amor es infinito es el de ir generando relaciones sin ningún tipo de límite y sin tener en cuenta como distribuyo mi tiempo. Finalmente lo que suele pasar es que se menosprecia totalmente la importancia del tiempo que se comparte, de los cuidados o de los compromisos. Es la excusa perfecta: mi tiempo es finito (por tanto no te puedo dedicar tiempo), pero ya te puedes sentir tranquile, ya que como que mi amor es infinito, ya te quiero y con esto ya te puedes sentir cuidada.

Creer que para todes el amor puede ser infinito también es creer que todes tenemos las mismas capacicades emocionales o que podemos permitirnos desgastarnos con grandes intensidades emocionales. Algunes de nosotres necesitamos, por ejemplo, ponernos ciertos límites emocionales para poder cuidarnos a nosotres mismes y no desgastarnos, u otres tampoco tendrásn la misma energía emocional para poder dedicar a les otres. Como ya he comentado en el apartado anterior, el problema no es la cantidad de amor o emociones que tenga, sino como se reparten todas estas entre nuestras relaciones. Romper con la monogamia no tiene porque pasar por una multiplicación de lo que ya teníamos (que también derivaría a una multiplicación de la propiedad de las relaciones o una acumulación), sino de una forma diferente de repartir(nos) y de compartir(nos).

Condicionar nuestras emociones, o al menos como las dedicamos, y poner ciertos límites, es una forma revolucionaria de cuidarnos y de cambiar el paradigma imperante de algunas de las características del amor romántico. Cada vez que defiendo un amor crítico y condicional algunes me acusan de ser “excesivamente” mental y poco emocional. Esto es sólo una trampa: a muches el amor infinito e incondicional nos ha arrastrado a límites emocionales que ha desgastado nuestra salud mental.  Yo no quiero un “amor de verdad”, yo quiero compartir(me) de manera más sensible, y el amor crítico y condicional ha sido mi salvación.

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